De Magnolia y el Ex Hotel Victoria

En un artículo publicado en La Clave allá por 2015 repasamos la historia de una foto que recordó el tradicional sitio de Facebook «Historia de Coronda».

“A las sombras del sombrero de Chulín, va Magnolia con los puños apretados y la Zoila no se cansa de pedir en la puerta de un señor acaudalado, pasa Boya vendiendo la ciudad, ‘hay claveles y flores’ es su grito, y el dibujo de un tal Roberto Addad da color al reinado de Agapito” dice con su himno Omar Addad.

Ese párrafo de una canción inolvidable nos sirve de preludio para describir la historia de la foto que acompaña estas líneas. Quienes conocieron a “Magnolia” cuentan que Jorge Lamboglia (así se llamaba) era un señor que llevaba valijas a la parada de colectivos y solía vender boletos de lotería de don Antonio Nos, quién tenía una agencia en la esquina de Sarmiento y San Martin.

La “estación” de micros estaba ubicada bien cerca de la Municipalidad, lindero al bar que hoy persiste al tiempo. Su casa estaba ubicada en calle Alberdi a metros de San Martín donde vivía con una hermana.

Otros cuentan que “Magnolia” solía tomar alguna copa de más y emprender con algunos improperios a quien no le caía del todo bien. Es que la mayoría de las empresas de transporte le dejaban hacer su trabajo con normalidad excepto el “Ciudad de Gálvez” para quién inmortalizó un insulto tan añejo como esa rivalidad: “Los p…de Gálvez”.

“Magnolia fue un señor de un carácter inestable, hasta se enojaba cuando lo mirabas medio mal. Solía caminar con los brazos contra el cuerpo y con los puños cerrados para atrás. Se lo veía casi siempre frente al bar Mosconi y cuando salíamos de la escuela había que cambiar de vereda” cuenta algún niño de esa época.

La foto es más que elocuente, con su carretilla, ganándose espacio por una calle San Martín casi deshabitada, plácida y tranquila con apenas algún auto estacionado y un triciclo en contramano. El mundo andará pensando con vivir así.

De fondo el edificio del Antiguo Hotel La Victoria, relacionado en la ciudad con el afincamiento de Esteban Fontanarrosa, que fuera construido en la década de 1890, en las cercanías del viejo puerto.

Fontanarrosa fue un personaje de suma importancia en la época. Llegó como inmigrante pero participó de la vida activa de la comunidad, tanto en el ámbito social como integrando diferentes comisiones comunales. Hacia fines del siglo XIX fue electo presidente comunal.

El edificio cumplió, en un principio, funciones sociales como un centro en donde se realizaban fiestas y reuniones. Sobre finales del siglo comenzaron a proyectarse películas, convirtiéndose así en el primer cine de Coronda.

Ya a inicios de 1900, el lugar se transformó en un reconocido hotel que contaba con una decena de habitaciones y se convirtió en el primer edificio en cumplir esas funciones en la población de entonces. Más tarde fue adquirido por la firma Fragnito-Guastti quienes introdujeron reformas para destinarlo a otras funciones.

En la década de 1940, parte del edificio fue utilizado por la empresa de Agustín Cisneros para establecer una industria de origen cordobés, que se ocupaba del destronque de las frutillas. Y la otra parte sirvió como sede para la primera cooperativa de agricultores de Coronda. Luego, el edificio pasó a manos de una fábrica de dulces y culminó, para esa época, con una etapa de cambio permanente de sus funciones.

Luego de prolongadas décadas de abandono, el emblemático lugar fue comprado por el gobierno provincial en 1981 ya que brindaba el año anterior un triste panorama a una de las esquinas céntricas de la ciudad. Incluso, hace cuatro temporadas, producto de su situación edilicia insostenible, algunas de las dependencias fueron trasladadas a propiedades alquiladas por el gobierno provincial.

En el pasado reciente llegó a funcionar el Registro Civil, el Salón Cultural “Vicente Forte” y dentro de éste el Concejo Deliberante que debió ser mudado en tres oportunidades hasta conseguir el espacio actual de calle 25 de Mayo.

El deterioro que presentaba el edificio generó inquietud entre la población y durante un tiempo prolongado el municipio inició gestiones para lograr su recuperación. En su momento se dijo que “el estado de los techos y cielorrasos era de total abandono, poblados de murciélagos y palomas.

A esta situación, se sumó la opinión de profesionales involucrados con el área de la construcción con respecto a la falta de seguridad que brinda esta construcción, mientras la Municipalidad se apresta a colocar barreras y elementos de precaución para los peatones”.

Luego de algunas gestiones se logró conseguir algo más de 260.000 pesos no sólo para saldar aquella deuda con la empresa local sino también para continuar con los trabajos.

Cabe aclarar que el gobierno de Santa Fe incluyó al edificio de San Martín y Rivadavia en el Programa de Recuperación Patrimonial, a través del cual se invirtieron 37 millones de pesos para la restauración y puesta en valor de edificios emblemáticos ubicados en el centro histórico de la ciudad de Santa Fe y en varias localidades a lo largo del territorio provincial.

Los trabajos incluyeron refuerzos estructurales, restauración de fachadas, pintura, cerramientos, techos y en varios casos, ampliación de la superficie y refuncionalización de esos inmuebles.

La recuperación del edificio incluyó extracción de cubierta de chapa y conversas, estructura de sostén total, construcción de una nueva cubierta de chapa y zinguería con desbordes y nueva instalación pluvial.

Se realizó la recuperación y limpieza de fachadas y la recuperación de aberturas existentes. Aún luego de semejante esfuerzo se siguió esperando para que vuelva a abrir sus puertas como espacio cultural para el orgullo de los corondinos. Hoy luce completamente recuperado con una que conservó la vieja estructura pero adosó otra muy moderna en su interior: el Nuevo Instituto del Profesorado. Seguramente “Magnolia” estaría agradecido.

Artículo publicado en La Clave y reconvertido a la actualidad

Foto: Historia de Coronda